Por: David Ferrer • Colombia.com

El potencial antiedad de la metformina y la rapamicina bajo investigación

La metformina, comúnmente utilizada para tratar la diabetes tipo 2, y la rapamicina, prescrita para pacientes trasplantados, están siendo estudiadas por sus posibles efectos en la ralentización del envejecimiento

Foto: Pexels
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La metformina, comúnmente utilizada para tratar la diabetes tipo 2, y la rapamicina, prescrita para pacientes trasplantados, están siendo estudiadas por sus posibles efectos en la ralentización del envejecimiento

La búsqueda de métodos efectivos para alcanzar una longevidad saludable está en el centro de la atención de numerosas investigaciones en la actualidad. Expertos han descubierto que ciertos fármacos, inicialmente utilizados con otros propósitos, pueden tener efectos secundarios no deseados o desconocidos hasta ahora, que incluyen la prevención de trastornos específicos relacionados con la edad y el aumento de la esperanza de vida.

Dado que el envejecimiento es el principal factor de riesgo para enfermedades como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, todos impulsados por una serie de cambios biológicos inherentes al proceso de envejecimiento, encontrar formas de ralentizar este proceso se ha convertido en un objetivo crucial.

Entre los fármacos identificados como potenciales agentes antiage se encuentra la metformina, un medicamento ampliamente recetado para tratar la diabetes tipo 2, que podría jugar un papel clave en la ralentización del envejecimiento y la prevención de enfermedades relacionadas con la edad. 

Además de la metformina, la rapamicina, un fármaco utilizado en el tratamiento de pacientes trasplantados, también ha llamado la atención de los investigadores debido a sus posibles efectos en la longevidad. Aunque su aprobación por parte de la FDA para el uso en la longevidad es poco probable, estudios han demostrado que la rapamicina puede modificar la comunicación celular, lo que podría tener beneficios para la salud y la longevidad.

Otros fármacos como la quercetina y el dasatinib también se han identificado como posibles agentes antiage. Un estudio reciente demostró que una combinación de dasatinib y quercetina revierte los aumentos relacionados con la edad en la senescencia y la inflamación en el tejido adiposo, lo que sugiere su potencial para tratar la disfunción metabólica y las enfermedades asociadas.

El profesor David Sinclair, un experto en genética y envejecimiento de la Escuela de Medicina de Harvard, ha argumentado que la vejez no es una etapa natural de la vida, sino una enfermedad que debe ser tratada y curada. Basándose en más de 20 años de estudio, Sinclair aboga por un enfoque radical hacia el envejecimiento, considerándolo una condición tratable y, potencialmente, curable.