Las prepagos de Bogotá reclaman sus derechos

Las trabajadoras sexuales denuncian maltratos y estigmatización.

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El 80% de las trabajadoras prepago de Bogotá sufren ansiedad. Foto: Cortesía
El 80% de las trabajadoras prepago de Bogotá sufren ansiedad. Foto: Cortesía

Las trabajadoras sexuales denuncian maltratos y estigmatización.

Las trabajadoras sexuales de Bogotá están hartas. Han decidido denunciar las desigualdades y maltratos de los que son objetos de forma cotidiana y reclamar sus derechos. Los reclamos de prepagos de Bogotá tienen como objetivo principal ser consideradas unas trabajadoras más, con plenos derechos. 

Una de sus principales reivindicaciones es contar con garantías para desarrollar su trabajo, y acabar así con las desigualdades y estigmas. Las prostitutas de Bogotá necesitan dignificar su trabajo y que la sociedad reconozca su profesión. Recuerdan que su actividad es legal y, por tanto, no debe ser perseguida ni estigmatizada. Pese a la legalidad de su trabajo, no tienen derechos laborales, económicos, sociales ni legales. 

Organizaciones como la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica (RedTraSex) y la Asociación de Mujeres Buscando Libertad (ASMUBULI) defienden la necesidad de una legislación regional que regule la prostitución. Para ello han elaborado el documento “Una ley con nuestra voz. Contenidos básicos para regular el trabajo sexual”, en el que reivindican condiciones para la jubilación, acceso a créditos para la adquisición de viviendas o mínimos que deben cumplir los establecimientos donde se desarrolla la prostitución, entre otros asuntos. 

Multar a los clientes, una medida equivocada 

Además, entre las preocupaciones que más inquietud despiertan en las prepagos de Bogotá está la intención de multar a los clientes, según reza un proyecto de ley que está en desarrollo en Colombia. Las prostitutas aseguran que esta medida no es una solución ni aportará nada positivo. Según explican en una revisión publicada por la revista Pacifista!, con datos extraídos de la experiencia sueca iniciada en el año 1999, país en el que se empezó a multar a clientes, los índices de prostitución no se redujeron sino que la actividad se convirtió en clandestina y mucho más insegura.

El modelo sueco no sirvió para combatir la explotación y la violencia de género ni mejoró las condiciones de vida de las trabajadoras sexuales. 

Aparte de Suecia, hay otros países europeos, como Inglaterra, Noruega u Holanda donde se aplicaron legislaciones que incluían multar a clientes pero los resultados fueron también decepcionantes. Todas las experiencias en este sentido han derivado en unas condiciones de trabajo para ejercer la prostitución mucho más peligrosas. Como afirma la completa revisión de la revista Pacifista!,”la prostitución no disminuyó ni desapareció, solo se alejó de la calle”.

Aunque el fin de los legisladores al multar a los clientes puede ser positivo, la realidad demuestra que sus consecuencias son muy negativas. 

Acabar con el maltrato policial

En Colombia, el maltrato policial hacia las prepagos es un hecho y hay datos muy preocupantes a este respecto. Según un informe realizado por la ONG Parces, el 62% de las prostitutas de Bogotá aseguran haber sido maltratadas por la policía o por clientes mientras que el 32% afirma que le han negado el servicio de salud por su oficio.

Los maltratos a las trabajadoras son, desgraciadamente, cada vez más frecuentes, tanto en forma de violencia física como verbal. Y, en muchos casos, esta violencia trata de justificarse por la percepción negativa que la sociedad tiene de la prostitución.

Las trabajadoras denuncian que, en muchos casos, los agentes las retienen de forma arbitraria en las dependencias policiales, destruyen sus documentos de identificación, tratan de extorsionarlas pidiendo dinero por su liberación, son expulsadas de lugares públicos sin ninguna causa o son vejadas y agredidas. 

Y este maltrato se extiende también a los servicios de salud pues, según el informe de la ONG, a 3 de cada diez trabajadoras les ha sido negada atención médica en hospitales por dedicarse a la prostitución. La posibilidad de contraer enfermedades sexuales preocupa a muchas prostitutas, pues muchos clientes les obligan a tener relaciones sexuales sin utilizar preservativos.

El 80% de las trabajadoras prepago de Bogotá, según la encuesta de la ONG, sufren ansiedad ante la posibilidad de adquirir alguna de estas enfermedades.  

Necesidad de encontrar soluciones  

El maltrato se tiene que acabar, denuncian las trabajadoras, y para ello es necesaria mayor implicación de la sociedad y un cambio radical de actitud de muchos agentes de policía.

La ONG Parces propone como posible solución más presupuesto con el que emprender campañas de formación y concienciación entre los cuerpos policiales. El objetivo ha de ser erradicar los prejuicios y la violencia de los agentes hacia las prostitutas, recordándoles también que son unas trabajadoras más, con derechos como el resto. 

En lo que respecta a la atención médica, urge una atención médica mucho más efectiva, que incluya medidas de prevención frente a enfermedades sexuales y formación en autocuidado. 

Llevando a cabo estas medidas se estará caminando en la dirección correcta para normalizar en la sociedad el papel de las prostitutas y dotarlas de los derechos y el reconocimiento que merecen.